viernes, 7 de diciembre de 2018

Termina la historia

TERMINA LA HISTORIA

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Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a comenzar su conversación con el anciano.

Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a una fiesta de fin de semana. De pronto, tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el auto. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.

-Espéreme un momento -suplicó, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente.

Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos menores detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondía a su impaciente llamado.

-Dígame -dijo ella-, ¿se vende esta casa?

-Sí -respondió el hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Un fantasma, hija mía, frecuenta esta casa!

17 comentarios:

  1. - No sea usted exagerado, buen hombre –dijo ella, gesticulando enérgicamente-, que yo tengo cuenta en Twitter y no me dan tanto miedo.

    El anciano, cuyos ojos parecían dos globos a punto de estallar, balbuceaba lo mismo una y otra vez, como un personaje de videojuego. Cuando se cansó de insistir en el hombre senil, se apresuró a mirar en Idealista si la casa estaba, efectivamente, en venta. Bien sabía que el fantasma del que hablaba el pobre viejo era el precio del anuncio; apenas lo vio, le dio la impresión de haber leído un artículo de opinión en ABC.

    Cuando se le pasaron las náuseas y la rabia homicida, llamó al contacto que aparecía en pantalla. Supo pensar que podría regatear gracias a la información del profético vejestorio, ya que ninguna casa en medio de la nada se vende por ese precio si encima las gentes del lugar piensan que está llena de viejas glorias de la España profunda.

    Cuando por fin alguien le cogió el teléfono, respondió una voz profunda y de carácter ultraterreno, más o menos como el ladrido de un mastín afónico. No le costó demasiado: echó unos buenos 15 minutos hasta que le dijeron el precio real; pronto haría la mudanza y podría cumplir su sueño. Literalmente.

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  2. -No importa. Quiero comprarla.

    -Está segura de que quiere comprarla? El fantasma de Asunción duerme bajo estos techos y no le gustan los intrusos. No parará hasta que se dé por vencida y venda la casa!

    -Déjese de cuentos y véndemela!

    El anciano le vendió la casa y ella pronto se fue a vivir allí llena de alegría. Pero al de un tiempo el fantasma de Asunción volvió a aparecer para espantar a la muchacha. La muchacha resistía y se engañaba así misma. Oía ruidos y decía: "Habrá sido el viento", o "Es una casa vieja, es normal que se oigan ruidos". Y así siguió poniendo mil excusas y engañándose a si misma. Finalmente, un día, el fantasma apareció con un cuchillo y se lo clavo en el corazón. Entonces, de repente, la niña se despertó sobresaltada y llena de miedo. Se despertó y sintió el alivio: había tenido de nuevo el mismo sueño.

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  3. -¿Un fantasma? -la chica quedó sorprendida. Se le erizó el vello de la nuca.
    -Tal y como lo oye. Acompáñeme. -dijo el anciano haciendo un ademán con la mano para que la siguiera.
    La casa por dentro era de madera, olía a vejez y las vigas apenas parecían soportar el peso. Tras atravesar una roñosa puerta hacia la derecha de la entrada, una enorme habitación con chimenea se mostró ante ellos. Frente a la chimenea había un círculo con velas, unas cino serían, y sal rodeándolas. Había también un cuchillo y un gallo negro con la cabeza cortada. La sangre brotaba alrededor del círculo sin traspasar los granos.
    Cuando la chica dio media vuelta para, pero huir el anciano la detuvo.
    -Viviste aquí -dijo él-, moriste aquí. Cruza ya el umbral oscuro y ve hacia el otro lado. Te está esperando.
    La chica entonces se desvaneció en el aire como el aleteo de una mariposa. Las velas se apagaron.

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  4. Se lo pensó durante unos minutos pero decidió volverse al auto. Cuando se giró, ya no estaba ahí. Los minutos se le hicieron eternos pero no tenía más remedio: tenía que entrar a la casa. El anciano la acompañó hasta la puerta. La casa se veía vieja y algo sucia: los cortinas estaban roídas, la madera crujía y había tanto polvo que la joven no paraba de estornudar. Aún así, siempre tan curiosa, decidió seguir adelante y husmear las habitaciones. Tenía algo de miedo pero todo parecía bastante normal. Era una casa antigua nada más. De repente vio como su piel se veía inundada por un sin fin de colores: amarillo, verde, rojo...se había parado ante una enorme vidriera que regaba luz celestial por toda la casa ¡era realmente mágico! Tanto que empezó a mosquearse...¿sería esa la parte en la que aparece el fantasmas? No, ahí solo estaba ella. Siguió caminando y pasó de la sala a la cocina. Se asomó a la ventana pero estaba tan sucia que era incapaz de ver algo. Los ojos le picaban y solo podía estornudar. De repente se escuchan un ruido desde la primera habitación. ¡En fantasma ha venido a verla! No sabe qué hacer, si correr, si ir a mirar, comienza a arrepentirse de haber entrado. Y entonces...aparece el anciano ataviado con una sábana agujereada y voz temblorosa. Sin embargo,del susto soltó un alarido que se escuchó hasta en el pueblo. El anciano ahí seguía, diciendo algo que no acaba de entender...¿Huye? ¿Buuuu? En realidad nada tenía sentido. Él seguía ahí, moviendo los brazos como una marioneta y tropezándose con la sábana. Al rato escuchó unas sirenas. Irrumpieron en escena y se llevaron al anciano: por lo visto,aquél hombre de bigote fino se llamaba Edgar, en su día debió de escribir tantas novelas de terror que perdió la cabeza y ahora cada vez que puede huye de su residencia para asustar a cualquier persona que se encuentra.
    Ianire.

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  6. La joven se asustó y dio un pequeño paso hacia atrás. No huyó y no sabía por qué, pero algo le decía que al entrar en esa casa algo extraño sucedería.
    Mientras el señor la puerta abría, ella sonreía pues más claramente veía lo que allí sucedería.
    Ventanas y puertas de repente se cerraron y la chica, sorprendida, y el anciano, a ello acostumbrado, entraron. Al fondo, lloros y quejidos, en la escalera, crujidos. Todo parecía demostrar que allí un fantasma había ido.
    Risas escalofriantes sonaron en la joven mente y pronto vio un pálido semblante. A ella se acercaba y mientras tanto, cantaba. ¿Cómo podía ser? Conocía la canción del ente que tenía delante. Enfrente, ya no había un ente sino la figura de su abuela, que ya no estaba presente.
    La joven miró al anciano y por fin comprendió lo que allí había pasado. Había sido él quien había matado a su ente amado y que allí la había enterrado. La chica se fue hacia el anciano, quien lloraba desconsolado.
    Piedad pedía, mas ella dársela no pudo y de su bolsillo una navaja sacando, la vida del anciano fue arrebatando.

    Y así, este cuento se ha acabado.

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  7. La muchacha no tenía ninguna intención de comprar la casa. Había observado que en el exterior de la vivienda un letrero ponía al corriente de que la casa estaba en venta y preguntó por ello, con la intención de entablar una conversación con el anciano; algo que no había logrado en sus sueños.

    El anciano le lanzó una mirada de decepción y tomó la iniciativa de la conversación.
    -¿Quiere hacerme compañía y tomar un café conmigo?

    La chica, más intrigada por saber qué sucedería a continuación que interesada por el abuelo, accedió y tomó asiento en su salón.

    Al cabo de un de un rato el anciano trajo los cafés y se mantuvo en silencio mientras los dos tomaban pequeños sorbos ruidosos. Finalmente rompió el silencio incómodo entre los dos y dijo:
    -¿Quieres conocer cómo será tu muerte?

    La chica sintió un escalofrío recorriendo su espalda y permaneció dubitativa durante unos segundos que parecieron eternos. Recordó entonces que la curiosidad había sido la que la empujó a aceptar el café con el anciano así que acabó diciendo que sí.

    En ese momento el hombre sacó un papel y comenzó a dibujar trazos aleatorios mientras entraba en trance. Finalmente el dibujo cobró forma y le mostró a la mujer de manera muy explícita cómo moriría.

    La mujer salió espantada y pasó el resto de su vida evitando situaciones parecidas a aquella en la que se produce su muerte.

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  8. La joven se despertó de golpe después de las palabras de aquel misterioso hombre. Ese sueño la había trastocado tanto que necesitaba una respuesta. No sabía qué hacer, ni qué decir, por lo que decidió empezar por sus orígenes. Bajó al salón, cogió un álbum de fotos y comenzó a mirarlo. Nada, no había rastro de aquel señor, ni de aquella casa.

    De repente, recordó que en su desván había otro álbum perteneciente a su bisabuela. Corrió hacia la parte más alta de su casa y, entre las cajas, lo encontró. Otra vez, desesperadamente, buscaba la explicación de su sueño, hasta que vio una curiosa foto: ese mismo hombre, en esa misma casa.

    No se lo podía creer, aquello no podía ser real. Corrió para llamar a su abuela, en busca de explicaciones, y ella se presentó a los 10 minutos en su casa. Tomaron un café y la joven fue directamente al grano enseñándole la foto. La abuela le explicó que era la casa familiar donde hubo un gran incendio en el que murió su padre, que resultaba ser el señor de la foto. También pudo saber que, después del incendio, decidieron abandonar aquella casa que había traído la desgracia a la familia, por estar encantada con el espíritu de la cabeza de familia.

    La joven no daba crédito y quería saber más, pero como estaba tan cansada decidió despedir a su abuela y seguir con su investigación en otro momento. Se volvió a la cama y no salió de ahí hasta el día siguiente.

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  9. La joven no logró escuchar con claridad las últimas palabras del hombre de barba blanca, como si el viento que no había hecho acto de presencia hasta ese momento hubiese decidido llevarse las palabras. No le preguntó qué había dicho porque no quería sonar descortés. Por algún extraño motivo volvió a dirigir su vista la fachada y las ventanas de la casa, el jardín y sus flores. La belleza de aquel lugar la tenía ensimismada. Casi no se percató de su siguiente pregunta:

    -Y ¿por cuánto la vende?

    Él suspiro con una mezcla de resignación y pena. Ambos discutieron sobre el tema durante un buen rato, hasta que el claxon de un auto llamó su atención. El conductor no iba a esperar más tiempo. El anciano y la joven muchacha quedaron en que ella volvería otro día con el fin de ver la casa y sus espectaculares alrededores. Un estrechamiento de manos fue el único sello de aquella promesa.

    Cuando ella se había alejado lo suficiente, una figura traslúcida apareció al lado del viejo hombre.

    -Era ella ¿verdad?

    El anciano no contestó.

    -Bien. Llevo años esperándola.

    La figura desapareció de repente, pero su voz seguía ahí.

    -No vuelvas a intentar contactar con ella en sueños para avisarla. Ya sabes cuáles son las consecuencias.

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  11. - ¿Es usted el dueño de esta casa?
    - Lo era.

    La chica se volvió a despertar en la oscuridad de su habitación. Todo había vuelto a ser un sueño. Al día siguiente decidió aventurarse a la casa recorriendo el mismo el camino de sus sueños.
    Llegó al decidida al caminito, existía. Pero en la cima boscosa se desorientó y no lograba encontrar el camino. Pareciera que hubiese desaparecido, pero debía estar ahí, según sueños.

    Se hizo la noche y la muchacha estaba demasiado exhausta para seguir caminando. Gritaba, sin demasiada esperanza, para que alguien pudiera escucharla.

    De pronto, una luz se encaminaba hacia ella. Era el viejo de sus sueños.
    - He venido para llevarte, mija.
    - ¿Quién eres tú?
    - He venido a rescatarte, este sitio no es para ti.
    - ¿A dónde vamos?
    - A casa, los muertos no deben salir.

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  12. Un escalofrío heló los huesos de la joven. Ese era el momento en el que podría descubrir todos los misterios que velaba su sueño en bucle. Pero "un fantasma", había dicho el viejo. De repente, un ruido ensordecedor de metales y cristales, aplastados como si fueran una bola de aluminio, sorprendió a la muchacha y al anciano, y ambos buscaron el origen de aquel impacto. Se trataba del coche en que viajaba ella. Ya no estaba; el coche se había esfumado tras aquel sonido roto dejando una oscuridad impenetrable en el arcén de la carretera.

    El terror heló la piel de la joven, como una sábana congelada cayendo con lentitud sobre ella. La noche fría, los grillos cantaban esquirlas frías, los ojos del anciano que miraban al cielo buscando algo, fríos. La casa tan helada como el tiempo quieto. Pudo escuchar un siseo proveniente del anciano, la puerta de la casita chirriaba y cuando la joven se volvió al anciano, este le susurró:

    -Ahí viene.

    La puerta selló el grito ahogado de la joven. La oscuridad se tragó la casita, engulló el canto de los grillos y la propia respiración de la mujer. Intentó buscar apoyo en la pared cercana de la casa, atisbar alguna sombra que la situara. Nada, solo frío.

    La desesperación la obligaba a moverse, a girarse, a extender sus miembros lo máximo posible tratando de dar con algo más que el suelo. Pero todo era en vano. Hasta que una tenue luz empezó a crear sombras a su alrededor; se giró inmediatamente y vio que el brillo llegaba desde la carretera. Se acercaba. Un coche.

    Corrió lo más rápido que pudo hacia él, ya lo podía ver. Pero a mitad del camino se detuvo, la revelación atravesó como una bala su mente, rasgando y dividiendo. El coche se había parado y de él salía una mujer joven. Ella.

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  13. - No existen los fantasmas, señor.

    La joven lo tomó por un loco. Pero el señor siguió insistiéndole para que no comprara la casa.

    - Muchacha, si compras esta casa sus paredes te atraparán y ya será demasiado tarde.

    La joven, terca como ella sola, ignoró al señor y entró en la casa dándole la espalda de un portazo. El viejo hombre, pesaroso, no tuvo intenciones de pararla. Estaba cansado de vivir allí, condenado eternamente a custodiar la casita blanca ajardinada.

    Mientras la joven estaba fisgoneando la casa, el conductor del coche se acercó por el caminito hasta donde se encontraba el señor.

    - Otra más, Pedrito -suspiró el conductor-, no alcanzo a pagar la gasolina del coche fúnebre para tantas como están llegando. Tú también...viejo hombre, podrías haberle parado los pies o inventar una excusa mejor que la del fantasma. Nunca te funciona.

    - Lo sé, Carontito. Ya nada funciona -se le escapa una lagrima al anciano-, pero ya no tengo fuerzas para salvar a ninguna más. Tendrán que hacer las cosas mejor los de ahí arriba.

    Nunca se volvió a ver a la joven por su pueblo. Desapareció. Mientras, por el caminito, cada vez desaparecen más mujeres hacia la casa blanca. Hacia su punto final.

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  14. -¿Es usted el fantasma?
    -No, hija, no -se rió el anciano- Yo estoy demasiado malogrado para serlo. El fantasma es un joven que fue atropellado mientras andaba en bicicleta.
    -¿Está aquí ahora?
    -Sí.
    -¿Dónde? No puedo verlo.
    -Eso es porque no quieres verlo.
    -No te entiendo. ¿Por qué es un fantasma?
    -El niño no podrá descansar en paz mientras el culpable siga libre.
    -¿Y quién lo mató?
    -Deberías saberlo.
    -No lo sé. ¡Dígamelo, por favor! No paro de soñar con esto día tras día. ¡Me volveré loca!
    -Lo mataste tú. Tú mataste a mi hijo. Y su fantasma te perseguirá por siempre.

    El anciano cerró la puerta de un portazo y el suelo donde estaba la casa comenzó a ser tragada por la tierra. La joven, aún en shock, corrió para no ser devorada, pero finalmente fue atrapada y cayó al vacío.
    La joven se despertó en su cama, completamente sudada. Ella sabía que no había sido una simple pesadilla.

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  15. La joven, que siempre había destacado por su valentía, no dudó ni un segundo en intentar negociar el precio de la venta con el hombre, quien le dijo con el ceño totalmente fruncido:

    -Sintiéndolo mucho, no te puedo vender la casa a ese precio tan bajo.

    Dicho esto, pegó un portazo que dejó a la joven con una enorme sensación de soledad que llevó arrastrada hasta la puerta de su casa.
    Allí, se tumbó en la cama y mirando al techo, no paraba de darle vueltas a lo que el anciano le había dicho. Sabía que en esa casa había algo especial que la atrapaba pero todavía no podía comprender el qué.
    Con el sonido de la lluvia, logró dormirse y soñó lo que todavía no habia podido ver: esta vez, era el propio fantasma, muy difuso, quien aparecía dentro de la casa y se movía siempre hacia la misma dirección, hacia el espejo del baño.
    Volvió a soñar eso hasta tres veces más y entendió que debía volver a esa casa.

    -¿Otra vez tú? -le respondió el hombre asombrado.

    -¿Tienes un espejo pequeño y ovalado en el cuarto de baño? -respondió la chica- Necesito verlo...

    El anciano, extrañado, le invitó a entrar sin estar muy convencido, y la chica corrió hacia una dirección concreta sin mirar atrás.
    Llegó al baño y encontró un espejo empañado donde se podía observar que había pasado un dedo tembloroso. Así, la joven leyó una nota escrita con caligrafía borrosa que le hizo entender todo:
    "Sabía que llegarías, siempre logras lo que quieres
    Solo puedo estar en este sitio, quería que vinieras para decirte...
    lo estás haciendo muy bien, cuídate mucho

    la abuela"

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  16. - Un fantasma es el menor de los problemas para una joven del s. XXI.
    - ¡Qué valiente! ¿Por qué una muchacha como tú se atreve a menospreciar los peligros de un fantasma?
    - Vea a usted, pese a todo pronóstico, aún luchamos contra monstruos, troles y presuntos príncipes que inundan nuestras calles e interrumpen nuestra tranquilidad cada vez que volvemos solas de una fiesta, salimos a correr o regresamos a nuestra casa por un atajo inhóspito. Están ahí fuera, créame, tan reales…tan de carne y hueso…Después de eso, ¿qué puede suponerme un fantasma? Los vivos siempre hicieron más daño que los muertos. ¡Me la quedo!
    El anciano que, quizá por su propia educación, no comprendió nada de lo que le dijo la muchacha, permaneció en inmóvil, observándola. No pudo decirle que no. Dos meses después, la joven se mudó a aquella casa sabiendo que no quería tanto ser valiente, sino LIBRE.

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  17. No sabía muy bien por qué se había interesado por comprar la casa. Tal vez no supo cómo reaccionar y por eso preguntó por ello. Y la respuesta del anciano fue aterradora, solo retumbaba la palabra "fantasma" en la cabeza de la joven. Echó a correr, pero para cuando llego a la falda de la colina ya no había ningún taxi a su espera.
    - ¿Qué hago? se preguntaba continuamente a sí misma. Había comenzado a llover y no había bosque que la protegiese de aquella humedad. Por lo tanto, volvió a la casa, que le esperaba con la puerta abierta.
    - ¡Señor! gritó la joven Alice a la espera de una respuesta. Solo se escuchó el chirrido de una puerta.
    Lentamente se adentró en las oscuras habitaciones de la mansión. Recorría dicha oscuridad tropezando constantemente con objetos tirados por la misma. Se encendió una luz y alguien disfrazado apareció con una tarta de cumpleaños.
    - ¡¡Felicidades Alice!! gritaron al unísono diferentes voces.

    Esa semana había sido su cumpleaños. Siempre había tenido unos amigos muy aventureros y recordaba haberle comentado acerca de sus sueños a su amiga Dorot. El anciano era el abuelo de Simon. Y el taxista, consecuentemente, estaría compinchado.

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